martes, 1 de febrero de 2011

Un día de febrero de año 2011

Sobre el Pacífico corren fuertes vientos a catorce kilómetros por hora. El cielo de la ciudad es gris y nublado, con brotes de brillo solar hacia el sur sureste. Los pronósticos indican cielo nublado variando a cielo nublado con brillo solar. Las precipitaciones de partículas acuosas, líquidas y amorfas, caen y alcanzan el suelo en distintas partes de la ciudad. La temperatura del mar se mantiene bajo dos grados de lo normal, propiciando cielo cubierto por la mañana. Cúmulos y estratocúmulos cubren el litoral dando forma llana y horizontal a la base, mientras que su parte superior se desarrolla sin uniformidad, presentando cúpulas, promontorios y picachos que recuerdan a la “montaña de algodón”. Estos cambios dan lugar al equilibrio termodinámico. La temperatura oscila entre dieciocho y diecinueve grados, con tendencia a subir durante la mañana y superar los treinta grados en la tarde. Las dos arterias más importantes de la ciudad concentran mediano y alto tránsito. En el eje norte sur, corredor segregado de alta capacidad, se mantiene controlado hasta el centro de la ciudad.

Es decir, y en pocas palabras, todo esto para describir la simple realidad y esquivando la habitual cursilería, es un hermoso día de febrero del año 2011.

Wilder Gómez Taipe

(Recordando a El Hombre sin atributos de R. Musil y al amigo que me presentó esta obra, José Malsio)

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